Powered By Blogger

viernes, 26 de junio de 2009

La Campanilla Dorada V

Allí, en aquel pequeño apartamento, Carlos había empezado a caminar por la senda que estaba llevandolo de manera rapida e implacable hacia su infierno personal. Se emborrachaba cada noche, prácticamente no comía, no cuidaba nunca su imagen personal ni su higiene… El apartamento era pequeño. Una sola habitación, un comedor, una cocina y un baño. Tampoco Carlos se había preocupado de amueblarlo demasiado bién. Tenía lo imprescindible y basta. Una cama para dormir, una mesa para comer, una televisión para pasar las horas muertas, y un pequeño mueble con cajones para guardar las cosas mas personales.

Esta noche, Carlos estaba especialmente hundido y triste. Se había bebido ya media botella de Jack Daniels y estaba bastante borracho. Su aspecto era desastroso. Estaba sucio. Muy sucio. Probablemente hacia días que no se había lavado. Incluso semanas. Estaba muy delgado, debido seguramente a que casi no comía. Y la expresión de tristeza y desesperación en sus ojos era hoy más evidente que nunca. Normal. Era su aniversario de boda. Ese día cumpliría 10 años de felicísimo matrimonio con Amparo si un alumno asesino, con dos complices, no se hubiera querido vengar de ella por haberlo suspendido en un examen, hacía ya casi un año. Se acercó al mueble y de uno de los cajones sacó una foto de su amor. La apretó con fuerza contra el pechi, la besó tiernamente y la volvió a dejar en su lugar. Continuó apurando la botella de Jack Daniels, que ya estaba a punto de acabarse. Abrió otro cajón y sacó de el una especie de paquete envuelto en papel de periódico, que resultó ser una pistola. Como la había conseguido i en que momento es todo un misterio. Comenzó a acariciarla, a mirarla con atención, comprobó que el cargador estaba lleno y a punto para cumplir su triste misión, para la cual fue creada. Pero no se sentía con fuerzas de tomar esta determinación de cobarde. Aún no. Necesitaba más alcohol. Pero la botella estaba ya vacía. Tendría que bajar a la calle a comprar otra.
Fue al baño y se lavó un poco la cara. Se vistió después con la primera ropa que encontró y bajó a la calle. Las navidades ya estaban muy cerca y se notaba en el ambiente. Sin querer, se quedó parado delante de un escaparate especialmente ben decorado. Le gustó mucho lo que vió, y se entretuvo un ratito contemplandolo. Después se dirigió hacia la licorería. Entró, fue a la sección de licores, y cogió dos botellas de Jack Daniels. En el momento en el que ya las tenía en la mano, alguien se le acercó por la espalda y le tocó en el hombro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario