Powered By Blogger

viernes, 26 de junio de 2009

La Campanilla Dorada V

Allí, en aquel pequeño apartamento, Carlos había empezado a caminar por la senda que estaba llevandolo de manera rapida e implacable hacia su infierno personal. Se emborrachaba cada noche, prácticamente no comía, no cuidaba nunca su imagen personal ni su higiene… El apartamento era pequeño. Una sola habitación, un comedor, una cocina y un baño. Tampoco Carlos se había preocupado de amueblarlo demasiado bién. Tenía lo imprescindible y basta. Una cama para dormir, una mesa para comer, una televisión para pasar las horas muertas, y un pequeño mueble con cajones para guardar las cosas mas personales.

Esta noche, Carlos estaba especialmente hundido y triste. Se había bebido ya media botella de Jack Daniels y estaba bastante borracho. Su aspecto era desastroso. Estaba sucio. Muy sucio. Probablemente hacia días que no se había lavado. Incluso semanas. Estaba muy delgado, debido seguramente a que casi no comía. Y la expresión de tristeza y desesperación en sus ojos era hoy más evidente que nunca. Normal. Era su aniversario de boda. Ese día cumpliría 10 años de felicísimo matrimonio con Amparo si un alumno asesino, con dos complices, no se hubiera querido vengar de ella por haberlo suspendido en un examen, hacía ya casi un año. Se acercó al mueble y de uno de los cajones sacó una foto de su amor. La apretó con fuerza contra el pechi, la besó tiernamente y la volvió a dejar en su lugar. Continuó apurando la botella de Jack Daniels, que ya estaba a punto de acabarse. Abrió otro cajón y sacó de el una especie de paquete envuelto en papel de periódico, que resultó ser una pistola. Como la había conseguido i en que momento es todo un misterio. Comenzó a acariciarla, a mirarla con atención, comprobó que el cargador estaba lleno y a punto para cumplir su triste misión, para la cual fue creada. Pero no se sentía con fuerzas de tomar esta determinación de cobarde. Aún no. Necesitaba más alcohol. Pero la botella estaba ya vacía. Tendría que bajar a la calle a comprar otra.
Fue al baño y se lavó un poco la cara. Se vistió después con la primera ropa que encontró y bajó a la calle. Las navidades ya estaban muy cerca y se notaba en el ambiente. Sin querer, se quedó parado delante de un escaparate especialmente ben decorado. Le gustó mucho lo que vió, y se entretuvo un ratito contemplandolo. Después se dirigió hacia la licorería. Entró, fue a la sección de licores, y cogió dos botellas de Jack Daniels. En el momento en el que ya las tenía en la mano, alguien se le acercó por la espalda y le tocó en el hombro.

jueves, 25 de junio de 2009

La Campanilla Dorada IV

El funeral fue multitudinario. Carlos y Amparo eran una pareja joven, muy querida en la urbanización, y todo el mundo quería estar al lado de Carlos, apoyándole, y presentar sus respetos a Amparo por última vez. Durante el funeral, y en los días posteriores, Carlos no parecía si quiera un ser humano. Caminaba continuamente como un alma en pena. No comía, ni bebía, ni dormía. La situación estaba afectandole hasta el punto de que había cambiado radicalmente su forma de ser. Ya no era ese heroe anónimo que todo el mundo conocía i amaba. Como bombero, había perdido absolutamente la ilusión, lo qual, poco a poco, motivó que bajara su rendimiento de manera peligrosa, hata tal punto que perdió su plaza en el cuerpo de bomberos. Incluso el dia en que le iban a decir quien había matado a su mujer, no parecia importarle demasiado. Total, eso no haría que Amparo volviera a su lado…pero de qualquier modo, una parte de el quería saber quien habia sido. Quería tener ese descargo en su alma. Las investigaciones habían ido sorprendentemente bién, y la policía había conseguido capturar a tres sospechosos que seguramente serían los culpables.. Por fín sabría quien le había arrebatado lo que mas amaba en la vida.

En la rueda de reconocimiento, Carlos no tuvo dudas. Aunque los ladrones iban enmascarados, reconoció las voces que tenía gravadas a fuego en su cabeza. Eran ellos. Seguro. Le atravesó un escalofrío por todo el cuerpo al reconocer a uno de ellos. No podía creer que aquel que le había robado en su casa, aquel que había matado a Amparo, era el alumn que havía sacado aquella puntuación tan baja en el examen hacía unas semanas. ¿Cómo podía un chico com el echar por tierra su vida por tan poco? ¿Y por qué le había quitado la vida a su mujer? Eran cosas que el cerebro de Carlos no acertaba a comprender…pero que a estas alturas poco importaban ya.

Pocos días después lo llamaron de los juzgados para presentarse en la sala a la mañana siguiente. Al llegar, lo acompañaron hasta el lugar que le había sido asignado, junto a su abogado. Un amigo de Carlos desde la infancia que lo conocía mejor que nadie. Seguidamente entró el joven que había atracado su casa y matado a su mujer. Carlos estaba pensativo. Ausente. En un momento dado miró a la cara de l’asesino de su mujer y notó como la sangre comenzaba a hervirle por dentro al ver com le aguantaba la mirada, y no sòlo eso, sino que además le miraba con una sonrisa triunfal que hundía aún mas los ànimos del pobre Carlos. De repente, la tristeza se volvió un odio profundo e irracional, que pasó después a la mas pura impotencia, al darse cuenta de que nunca podria vengarse personalmente de ese asesino, que le había robado su vida. El juicio fue bién para el. Los chicos fueron condenados a 10 años de prisión por haber robado en su casa, y el que mató a Amparo fue condenado a otros 20 años mas por el asesinato.

Carlos estaba medio satisfecho de ver que, almenos, pagarían per lo que le habían hecho…pero el ya no era el mismo.


Y fué así como la vida de Carlos entró en una senda autodestructiva que parecía no tener fin.

Después de haber perdido su trabajo como bombero, ya no le quedaba nada. No podia continuar manteniendo aquella gran casa, y, de hecho, tampoco le interesaba permanecer alli sin su mujer. Así que la vendió, y con el dinero que sacó compró un pequeño apartamento en el centro de la ciudad.

lunes, 22 de junio de 2009

La Campanilla Dorada III

La mañana siguiente era sabado, por lo que no tenían que madrugar demasiado y pudieron quedarse en la cama hasta tarde. A media mañana se despertaron e hicieron el amor otra vez. Después de eso, una ducha y el desayuno como procedía, salieron a pasear y a aprovechar el maravilloso dia casi primaveral que se les presentaba. Fueron a un parque cercano, donde les gustaba ir a veces a pasear entre los arboles, rodeados de naturaleza, de niños que jugaban y eran felices…algunas veces soñaban que un dia, al menos uno de esos niños sería suyo. Después fueron a comer a un pequeño restaurante que conocían bien y les gustaba visitar de vez en cuando, y pasaron la tarde en el cine, viendo una de esas películas románticas que tanto le gustaban a Amparo.

Cuando llegaron a casa era ya de noche. Entraron por la calle de la urbanización donde estaba su casa y, llegando al jardín, quedaron los dos absolutamente blancos al ver que por la ventana del salón salían tres hombres jovenes, de mediana estatura, corpulentos, vestidos completamente de negro y con las caras cubiertas con pasamontañas. Como poseído por el mismo diablo, Carlos fué corriendo hacia ellos. Los ladrones, al verlo, se asustaron y trataron de huír rápidamente con todo lo que habían robado dentro de la casa. Carlos no les dió opción. Rápidamente empezó una gran pelea entre Carlos i los tres ladrones. Pero por mucho que Carlos era un hombre fuerte y valiente, nada podía hacer en inferioridad, y finalmente uno de los ladrones consiguió llegar hasta el coche, donde, a punta de navaja, obligó a Amparo a bajar. Al ver esta nueva y desagradable situación, Carlos quedó absolutamente petrificado por el miedo a que su mujer pudiera pasarle cualquier cosa. Carlos trató de negociar con los asaltantes, diciéndoles que no haría nada, que los dejaría ir y que no los denunciaría, pero que por favor soltaran a su mujer. El asaltante que la tenía inmobilizada, y con la navaja pegada a su cuello fino y delicado como ningún otro, parecía ser el líder de la banda. Ordenó los otros dos que se acercaran a su lado. Una vez que estaban los tres juntos, detras de Amparo, bien inmobilizada y con la navaja aún pegada al cuello, el líder de la banda preguntó a Carlos si era cierto eso que les había prometido hacía un segundo, a lo que Carlos respondió que si.

En aquel momento el lider dió la orden a los otros dos de cargar todos los objetos robados dentro de una furgoneta blanca que tenían aparcada a la puerta. Una vez que habían acabado, el líder volvió a insistir en su pregunta y, una vez mas, Carlos, que en aquel momento era la viva imagen de la desesperación y la tristeza, reiteró su respuesta afirmativa. En aquel momento, el líder de los ladrones estalló en una sonora carcajada. Sin decir nada en absoluto, pinchó la piel del cuello de Amparo y le hizo un corte seco del que brotó un rio de sangre sin fin. Carlos soltó un amargo grito de terror, dolor i rabia. Comenzó a maldecir a los tres ladrones, que escapaban entre risas en su furgoneta blanca, con todas las cosas que habíen sido capaces de robar de su casa. Unos vecinos, alertados por los gritos, habíen llamado a la policía, que no tardó ni diez minutos en llegar, seguida de una ambulancia para ayudar a Amparo, pero lamentablemente ya era tarde, había perdido demasiada sangre y estaba tendida en el suelo. Sin vida.

domingo, 21 de junio de 2009

La Campanilla Dorada II

Amparo era profesora de un instituto cercano. Enseñaba su asignatura preferida, la historia. Sus alumnos pensaban de ella que era una maestra estricta, pero de muy buen corazón. No solia tener problemas muy habitualmente, aunque a veces algunos alumnos conflictivos se lo hacían pasar mal…pero esas situaciones les resolvía con la calma y la mucha paciencia que da la experiencia.

Un dia, mientras Carlos estaba en el cuartel, en su turno de guardia, llamó a Amparo. No era una cosa rara.Solía telefonearla por que la echaba mucho de menos durante los largos dias que pasaba en la estación de bomberos y le gustaba que le contase como le habia ido el dia con sus alumnos. Ese día fue diferente. El dia anterior habian hecho un examen y uno de los alumnos habia sacado una nota muy baja y se enfadó mucho, provocando una fuerte discusión con su profesora, a la que exigia la repetición de la prueba. Ateniendose a las estrictas normas del centro, Amparo se negó a repetirla antes de los periodos marcados para tal fin, lo que hizo que aumentara la rabia del alumno que juró vengarse de ella. Esa fue la primera vez que, de verdad, sentía miedo, y de ese modo se lo dijo a Carlos, que no se preocupó en absoluto, pensando que sería una cosa de niños y que no habría ningun problema. Quiso quitarle importancia a la situación diciendole que seguramente habría sido la rabia del momento y que no pasaría nada, que ese alumno, por muy conflictivo que fuese no era un delincuente. Solo un adolescente. Amparo se sintió instantaneamente aliviada con estas palabras de consuelo de Carlos, y rápidamente volvió a su caracter habitualmente alegre y despreocupado.

Al dia siguiente, una vez finalizada la guardia, Carlos volvió a casa y abrazó muy fuerte a Amparo. Después de una cena tranquila y agradable subieron a la habitación. Amparo entró directamente en el baño y salió poco después con una bata de seda casi transparente que hizo que a Carlos le hirviera la sangre. ¡Que bonita estaba! Se acercó hasta ella temblando de deseo y lujuria. La besó en los labios, primero suavemente y luego, poco a poco, mas y mas apasionadamente. Estaban los dos ardiendo en llamas. Carlos desplazaba los tirantes de la bata de Amparo con pasión contenida, muy poco a poco, dejándola caer finalmente de forma suave en el suelo. A media luz, la belleza de Amparo parecía casi sobrenatural. Sus pechos parecían de porcelana. Ni muy grandes ni muy pequeños, blancos y perfectamente coronados por dos pezoncitos rosados y graciosos. Carlos no resistió la tentación de besarlos, acariciarlos...morderlos suavemente... su respiración se aceleraba mas y mas cada segundo que pasaba. Poco a poco la tumbó sobre la cama y se desnudó por completo. Se tumbó sobre ella y comenzó a recorrer todo su cuerpo lenta, suavemente, conteniendo una pasión a punto de desbordarse. Poco a poco bajó sobre su sexo y se deleitó saboreando su esencia, durante quien sabe cuanto tiempo. Dentro de la habitación en ese momento solo se respiraba lujuria y pasión sin límites. En el momento en que penetró a Amparo un gemido de placer salió instintivamente de la boca de su mujer, que en ese momento estaba ya consumida de deseo, y comenzó la danza prohibida mas ancestral que la humanidad entera conoce entre dos seres humanos que se aman y desean con pasión incalculable. Hicieron el amor de forma absolutamente apasionada, rozando casi la locura. Cambiaron de posición y Amparo se sentó encima de Carlos, comenzando una cabalgada salvaje. La intensidad de los sentimientos marcaba el ritmo frenético por momentos que acabó con una gran explosión que dejó a ambos sumidos en un agotamiento absoluto y en un estado de aletargamiento y satisfacción plenos. Amparo cayó sumida en un profundo sueño, sobre el pecho fuerte y vigoroso de Carlos. El la abrazó con toda la ternura de que era capaz y se durmió acariciando sus cabellos dorados.

lunes, 15 de junio de 2009

La Campanilla Dorada

Tal i como os prometí, aqui esta la primera parte de mi historia. Os hago un poco la introducción, para que os hagais una idea: Carlos, es un bombero que vive muy feliz con su mujer, Amparo, una profesora de secundaria. La vida les sonríe, todo les va bien e incluso estan pensando en tener descendencia hasta que, de repente, un dia, matan a Amparo y eso provoca que Carlos entre en una espiral autodestructiva de la que no le resultará nada facil salir...

En fín, aqui os dejo la primera parte de la historia. Como os dije la otra vez, espero vuestros comentarios, críticas, etc.

Saludos.


Era una habitación modesta y triste. Había tenido que dejar la casa donde tan feliz había vivido con Amparo, su gran amor. Ella ya no estava. La mala fortuna se la había llevado y, junto a ella, sus ganas de vivir.

El, que había sido bombero, que había sido un hombre vigoroso y fuerte con un corazón enorme dedicado por completo a ayudar a los demás. Siempre había estado lleno de vitalidad y buenos sentimientos. Nunca le habían faltado las ganas de trabajar, y menos aun las ganas de hacer el bién. Bombero era, sin duda, la profesión mas adecuada para el, ya que incluso si tenia que arriesgar su vida, no le importava en absoluto. Y ahora, se encontraba muerto en vida. Completamente abatido. Demacrado a causa de la falta de comer. Consumido por el exceso de alcohol para olvidar.

Un hombre bueno, fuerte y valiente, como era el, Carlos, se había transformado en un mendigo cualquiera. En un hombre triste y desgraciado. Por que unos meses atrás, alguien le había quitado la razón de su existencia.

La razón de su existencia era su mujer, Amparo, su gran amor desde que iban juntos al colegio de pequeños. Desde el primer momento quedó claro que su destino era el de estar juntos siempre. Desde bien pequeña, Amparo havía sido una auténtica preciosidad. Con una cara despierta y una mirada Inteligente y viva. Unos cabellos dorados como el oro y unos dientes blancos como perlas. Abnegada y sacrificada, era el apoyo perfecto para Carlos, que siempre encontraba en ella el consuelo y las fuerzas para seguir adelante.


La suya se podría decir que era una historia de cuento de hadas, y también, una buena vida. Desde hacia ya un tiempo, habían conseguido una buena casa, en una urbanización tranquila, cerca de la ciudad. En los últimos tiempos habían estado pensando incluso en la posibilidad de tener hijos. Al fín y al cabo, era una casa con suficiente espacio, grande y bonita, de dos plantas, con un bonito porche en la parte posterior que daba a un pequeño jardín privado donde seguramente se podrían instalar unos toboganes i otras cosas para divertir a los niños. Y después de todo, a los dos les sobraba buena cantidad de amor para repartir, así que... ¿que mejor que entregarselo a los hijos?

miércoles, 10 de junio de 2009

No hay mal que por bien no venga

Pues si, amigos. La verdad es que la Pequeña Nazi (la recordais, vetdad?) en el fondo de todo me ha hecho un favor, puesto que, al escribir sobre mí en su blog, me ha hecho una publicidad que no me esperaba obtener. Ahora sé que hay gente que ha conocido este modesto y humilde espacio virtual gracias a leer la entrada que escribio sobre mi, y...¡¡¡Albricias y jolgorios!!! resulta que les gusta, que les parece entretenido y que, incluso, algunos de ellos, han empezado a seguirlo. Así pues, no me queda mas que agradecer el apoyo mostrado por esta gente (a los cuales,a algunos los conozco, a otros no he tenido el placer) y enfrentarme a esta nueva "responsabilidad", a la vez que placer, que es para mí mantener actualizado el blog con cierta frecuencia y procurar que os/les siga gustando y resultando entretenido e interesante. Ahora sé que hay mas gente que me lee de la que yo pensaba. Así que a todos vosotros, a los recien llegados y a los que ya estabais antes, gracias y espero no defraudaros.


P.D. Algunos ya saben que hace unos meses empecé a trabajar en una historia que pretendia ser un relato corto para presentar a un concurso literario de la universidad de Valencia; dicho relato, al final no lo presenté por diversas razones; la mas importante es que al final el resultado no me convencía, y eso era por que, ya sabeis lo que pasa, cuando a uno le llega la inspiracion, ni puede ni debe tener un espacio limitado para plasmarla. Esto se me convirtió finalmente en un escollo insalvable, asi que decidí no presentarlo, y continuar trabajando en él para hacerlo más a mi modo, sin cortapisas, y tratar de escribir una historia buena, o al menos, entretenida. Pero por falta de tiempo principalmente, y tambien en algunos momentos (por que negarlo?) de inspiracion y ganas, lo he dejado aparcado durante bastante tiempo. Ahora, hace unos dias que he empezado a darle vueltas a nuevas ideas y creo que por fin me veo con las ganas suficientes como para reemprender este proyecto. Vamos a ver en que acaba todo. Os lo cuento por que, segun vaya teniendo cosas, pienso colgarlo aqui, en el blog, como si fuera una especie de "novela por fascículos"; así pues espero vuestros comentarios, opiniones, críticas, etc. como una forma de ayudarme a que la historia sea lo mejor y mas entretenida posible. Así lograremos tambien que no solo sea mi historia, sino que sea un poco la historia de todos nosotros.



Salud.

viernes, 5 de junio de 2009

La Pequeña Nazi

Hace poco he descubierto un blog de esos que no deberian existir. Si alguien se encarga de controlar el contenido de los blogs en internet, este debería ser cerrado al instante. Para que os hagais una idea de lo que és, el nombre del blog es: "La Verdad Sobre Los Maricones". Asi que podeis imaginaros. Homofobia, Xenofobia, apología ultrarreligiosa e incultura en estado puro. Según los datos del perfil, su creador/a se hace llamar Alauda y dice ser una niña mexicana de 15 años. Pues bien, hace poco leí una de las entradas de su blog y me hirvió la sangre de tal modo que no pude evitar dejarle un comentario donde lo mas fino que le llamé fue "inculta" y "niñata de mierda". Ahora ha decidido tomarla conmigo y vengarse de mí diciendo que soy un profesor de historia a punto de empezar una carrera como sacerdote y que ha dejado preñadas a tres niñas de 17 años...en fin, sin comentarios. ¿De que forma ha hecho esto? publicando una serie de cartas que le han enviado mis supuestas "víctimas". Y digo yo, ¿esto no será denunciable por vía penal? lo malo es que si realmente es una niñata de 15 años que vive en Mexico la cosa se pone complicada...pero algo habrá que hacer, digo yo. Por que no és a mi al primero que le hace algo parecido. Ni mucho menos. Este personajillo disfruta insultando, calumniando y vilipendiando a todo aquel que se atreve a dejarle un comentario en su blog "ofendiendola" mas de lo que debe considerar tolerable. La única herramienta de que disponemos ahora mismo para luchar contra esto es denunciar incansablemente su blog hasta que algun responsable de Google (actual propietario de las cuentas "blogspot")tenga a bien dejar de tocarse los cojones y hacer de una maldita vez su trabajo que es ni mas ni menos que cerrar ese blog y banear de por vida a su propietari@. Y con este fin publico esta entrada, para pasaros el enlace al blog en cuestión, que lo veais y juzgueis vosotros mismos, y, si considerais que mi reivindicación, que és la misma que la de todos aquellos que hemos sido insultados, calumniados y ofendidos por esta persona, es justa, nos ayudeis denunciandolo tantas veces como sea necesario, hasta que lo cierren. Si pinchais en el nombre del blog que he escrito arriba, llegareis directamente al sitio.

Salud.

lunes, 1 de junio de 2009

Carta a un maltratador

Una buena amiga me ha hecho llegar este documento...absolutamente escalofriante. De verdad que deja sin palabras por su dureza. Magnífico, sin duda. ¿Cuando dejarán de ser necesarias iniciativas como esta por que por fin los hombres han comprendido que las mujeres ni son de su propiedad ni son objetos, ni muchísimo menos sacos de boxeo?


Carta a un maltratador

Fernando Orden Rueda 2º de Bachillerato, de Ciencias de la Salud. IES Bioclimático, de Badajoz. II Premio del II Concurso Nacional 'Carta a un maltratador', convocado por la Asociación 'Juntos contra la violencia doméstica'

Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado… porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras… Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina' intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe… La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría.

Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos…Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!–dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.

Me puse contento antes de tiempo.

Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez…

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.

Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.

Y ahora me dirijo a tí. Esta carta es para tí, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.

Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.


Saludos.