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miércoles, 14 de enero de 2009

Navidades II



Pues finalmente y en resumidas cuentas, se puede decir que las navidades no fueron tan malas; aunque la verdad es que empezaron como cada año, haciendo aflorar la hipocresía a niveles que escapan a cualquier medida. Cenas pantagruélicas y comidas interminables en las que te ves obligado a fingir que es todo maravilloso, que te llevas bien con todo el mundo y que adoras a todas las personas que hay en la mesa, aunque odies a muerte a la persona que tienes en frente, por muy familiar tuyo que sea. Y también, dejándose llevar por la fiebre consumista absurda que en estos dias nos inunda a todos, y parece que estás obligado, quieras o no, a hacer y recibir regalos de todo el mundo. Insoportable, de verdad. Y claro, si eres alguien como yo, que opta por la opción "Ni pienso hacer regalos a nadie, ni quiero que nadie me regale nada", estás jodido de verdad por que de repente te conviertes en el malo de la película, la oveja negra que rompe la "armonía" (falsa, por supuesto, pero armonía al fín y al cabo), etc.

Por lo cual se puede decir que estas navidades, en principio, iban a ser lo mismo que todos los años, es decir, una PUTA MIERDA.

Pero va y resulta que, por lo que se vé, este año debí cabrear muchísimo a Papá Noel, los 3 Reyes Vagos (digo...Magos) y, sobretodo, a ese pequeño cabroncete del Niño Jesús, y se debieron compinchar todos ellos para darme una buena lección navideña. El día 31 de diciembre, en nochevieja, llegaron dos amiguetes italianos que vinieron a verme y a pasar unos días aqui en Valencia. Esa debió ser la primera de las lecciones, puesto que los tres dias que Marco y Stefano estuvieron aqui disfrutando de la Historia y la Cultura Valenciana (la poca que aun nos queda), la hospitalidad de la gente de Russafa (una vez más amigos, gracias eternas. Os lo currasteis mogollón, sobretodo tú, Olga) y la mundialmente conocida Noche Valenciana, fueron realmente espectaculares e inolvidables.

Pero al parecer esto no les pareció suficiente a esa serie de personajillos mitológicos anteriormente citados, y me tenian reservado un auténtico golpe maestro. La noche de Reyes, exactamente a la media noche, recibí una llamada de mis buenos amigos Alain y Gloria. Gloria, con la alegría y el desparpajo que la caracterizan, me dijo que estaban cenando en casa de unos amigos que tenían una niña pequeña, con los cuales habían ido a ver la cabalgata de Reyes del pueblo. Y la niña estaba emocionadísima, y tenia una ilusión tremenda por hablar con uno de los 3 reyes. Así que me llamaban para pedirme por favor que me hiciera pasar por el Rey Melchor y hablase con la niña. ¡Menuda sorpresita de navidad!. Ni que decir tiene que acepté gustosísimo. Para mí, fué un honor que se acordaran de mí para hacer algo así. Así que el Tito Adri, asumiendo el papel de Rey Melchor, se pasó más de 10 minutos colgado al telefono hablando con la pequeña Noemí, de 4 años, que rebosaba tanta ilusión y alegría, que durante el tiempo que estuve hablando con ella al teléfono no me pude quitar de encima el enorme nudo que se me puso en el estómago, ni tampoco frenar el temblor de piernas que se apoderó de mí. Sí, soy así de cursi y sentimentaloide, ¿¿¿Que Pasa??? El caso es que al terminar de hablar con la pequeña, y aún un poquito mas tarde, cuando Alain y Gloria volvieron a llamar para agradecerme lo que había hecho y contarme lo ilusionada y feliz que la niña se había ido a la cama, se me instaló una sonrisa en lo mas profundo de mi alma que incluso a día de hoy aun perdura.

Pues eso fue lo que hicieron los personajillos mitológicos para intentar hacerme caer como un borreguito más en el rebaño del "espíritu navideño"; y aunque sus esfuerzos sin duda ha sido muchos y muy loables, lo siento mucho por ellos, por que mi opinión sobre la navidad, a pesar de todo, no ha cambiado ni un ápice. Pero lo que sí que les agradezco a ellos, al destino, a la casualidad o a quien se lo tenga que agradecer, que me hicieran tan feliz durante los tres dias que mis amigos Marco y Stefano estuvieron en Valencia, y cuando tuve la ocasión de llevarle alegría e ilusión a una niña pequeña.

Al final, va a ser verdad eso que yo mismo dije en el post anterior aunque ni yo mismo me lo acababa de creer...quizás las navidades si que tienen en el fondo alguna cosa buena.

Salud!

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